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lunes, 24 de septiembre de 2012

Por sobre el bien y el mal



"El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida. Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. "

Fernado Pessoa (El libro del desasosiego, fragmento)

Para Darwin, el ser humano y los animales pertenecen al mismo reino. Lo que vemos hoy es el resultado de la evolución que nos ha tocado a todos por igual en el camino de la adaptación a los nuevos entornos a los que nos vemos enfrentados. Eso quiere decir que somos por definición seres de pasión y emoción, mucho antes por sobre la lógica y la razón. La teoría freudiana nos presenta como neuróticos tratando de mantener nuestras pulsiones a raya, pero nunca apagadas como para sustraer nuestra naturaleza animal de la cultura que nos vio crecer y desde la que nos (y a la que) alimentaremos desde nuestro nacimiento.

La técnica nos habla desde la razón, desde el lado práctico del asunto. Un ingeniero podrá medir el terreno disponible para construir, proyectará la cantidad de viviendas posibles y llegará siempre a la conclusión de que "sobra gente". Pero ¿puede sobrar gente?¿Seremos capaces de jugar con la muerte masiva si la razón nos dice que así debe ser?¿O los valores que hemos enaltecido en la declaración de derechos humanos es emoción disfrazada de razón?

¿Podemos confiar siempre en la razón? Hitler creía que le hacía un bien a la humanidad y, como Maquiavelo, para él, el fin estuvo por sobre los medios, pero ya vemos en el resultado que en este caso la razón no estaba en lo correcto. En el fondo quizás todos sabían que los fines prácticos por los que peleaban eran criminales, pero el poder comunicativo de uno de los villano que mal interpretó a Nietzsche, sedujo hasta el convencimiento a las mentes frágiles en busca de superioridad.

Cuando los estudiantes llegan a la conclusión de que para cambiar la educación en Chile es necesario reformar el modelo tributario, el Gobierno los tilda de ideológicos para denostarlos y quitarle piso a su argumento. Esto no es nuevo, Zizek postula que esta técnica comunicacional es aplicada por los que están  en el poder justamente para mantener a lejos la economía de la política, y así, dejarla fuera de la discusión, sabiendo que manejando la billetera, manejas lo que se hace y lo que no.

La comunicación entonces pareciera jugar un rol fundamental en el desarrollo de las sociedades. Plasmar una idea en la opinión pública como verdad es un paso crítico y fundamental en el control que se pueda ejercer sobre la ciudadanía. Pero este no es un poder unilateral. Para Habermas, la sociedad civil es el ámbito donde el poder se constituye comunicativamente y desde él se resiste el poder social del merdado y de la burocracia estatal. Claramente son formas diferentes de usar la comunicación. No se puede pretender que como ciudadanos se pueda coordinar a un grupo grande de personas para transmitir un mensaje de la misma manera en que lo haría un pequeño grupo de gobernantes con los medios masivos y las técnicas necesarias a su disposición.

En este sentido, los espacios públicos de comunicación y las plataformas sociales, análogas y digitales, se vuelven indispensables para la organización de un mensaje social. Que la sociedad como tal se mantenga conectada e informada es lo básico para empezar a hablar de una real democracia. Porque más allá de la razón, la emoción, el bien o el mal, la comunicación entre, hacia, desde y por el pueblo marca la pauta, mueve sociedades y establece el modelo a seguir de las personas, afectando sus ideales, opiniones y pensamiento y por ende, la realidad que vivirán y fomentarán.