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lunes, 24 de septiembre de 2012

El error de Nietzsche

No sé lo suficiente de filosofía como para intentar cuestionar a Nietzsche, tampoco sé si alguien más ya dijo lo que estoy a punto de decir, probablemente sí. - Me perdonarán aquellos eruditos que por mera casualidad llegaron a un blog tan abandonado como este y se encontraron con el infortunio de leer semejante barbaridad o demostración de ignorancia. Espero no defraudar tanto a nadie ؟-.

Nietzsche creía en un hombre cuya estabilidad moral se rigiese totalmente por su voluntad de poder, a este hombre, que no se viera influenciado más que por la convicción de su verdad y se desligara de la estabilidad dogmática de las religiones o creencias preestablecidas se le llamaría Superhombre. Él dice que el hombre en sí mismo es un estado entre la bestia y el superhombre, pero ¿habrá considerado Nietzsche que la bestia, al no ser domesticada, es aun más fiel a su voluntad de poder que cualquier otro ser superior?

Según John Grey, y basado en la teoría de Darwin, somos animales. En nuestra composición no hay nada que nos diferencie de las ballenas, los perros o los caballos y por lo tanto, al igual que en su caso, somos incapaces de controlar nuestro destino. Cazamos, buscamos protección, ocio y descanso. Nosotros lo hacemos de una manera "civilizada", pero terminamos en lo mismo al fin y al cabo. Para Freud, somos neuróticos. Inhibimos nuestros impulsos pasionales por entrar en un sistema de normas establecidas por el hombre. O sea, somos bestias autodomesticadas.

Sabido esto, creo que cuando Nietzsche en su diagrama lineal postuló al hombre como paso entre la bestia y el superhombre cometió un error. Para mi, la bestia puede tener dos estados evolutivos, el hombre y el superhombre, sin estados intermedios. El hombre, cuya identidad se vio forjada por voluntades ajenas, es una evolución errada, porque por intervención externa pierde la nobleza primitiva que sólo se puede apreciar en la bestia. En cambio, el superhombre, evoluciona en un sentido práctico, dejando de lado voluntades ajenas capaces de someter la propia. El superhombre nos invita a explotar nuestra nobleza, sinceridad y fidelidad a nuestra voluntad de poder.

Un hombre, para ser superhombre, debe desligarse de lo que lo convierte en hombre, debe regresar a su estado bestial y evolucionar de nuevo, cosa que desde el punto de vista práctico sería imposible. Un hombre empapado de verdades y moralidades establecidas por otros no podrá convertirse jamás en un superhombre, ya que siempre pesará la voluntad de otros y no será totalmente fiel a la propia.

Un superhombre no tiene cabida en la sociedad del hombre y, aunque un hombre no podría transformarse en superhombre, el contacto con la sociedad del hombre por parte del superhombre, lo empaparía de voluntades ajenas inminentemente. El hombre es entonces una aberración evolutiva, capaz de contagiar a la bestia y al superhombre de una falsa voluntad y moldear y estandarizar la verdad.